Más de 3,000 descendientes mayas participaron en una danza el viernes pasado, solicitando la intervención de la Virgen de la Merced para poner fin a la creciente violencia del crimen organizado en Chiapas, un estado del sureste de México. Este año, Chiapas ha experimentado un aumento en asesinatos, desapariciones y desplazamientos forzados.
José Bartolomé Gómez, capellán de la iglesia de La Merced, expresó en una entrevista con EFE: "El mensaje de esta mañana es que podamos vivir con armonía. Sabemos que San Cristóbal atraviesa momentos difíciles, pero también queremos que este signo sea de paz y unidad".
La peregrinación se llevó a cabo en respuesta a la violencia en el municipio de Reforma y los bloqueos del narcotráfico en diversas vías cercanas a la frontera con Guatemala. En esta región, el Cártel de Sinaloa (CDS) y el de Jalisco Nueva Generación (CJNG) compiten por el control del territorio.
Familias enteras, ataviadas con coloridos trajes y máscaras, participaron en la danza, recorriendo más de 4 kilómetros en honor a la verbena de La Merced, la santa patrona de los sancristobalenses. La peregrinación concluyó pacíficamente en el mismo punto de partida después de cuatro horas de baile y rituales.
"“La manda que tenemos con la santísima Virgen de La Merced es lo que nos ayuda a seguir adelante, para que se calme un poco la violencia, en la familia, en las calles, para que nuestros gobernantes piensen un poco mejor”, expresó a EFE Julio Mazariegos, quien lleva más de 40 años danzando.
A pesar de la celebración, Chiapas enfrenta episodios violentos, con miles de habitantes siendo víctimas de desapariciones forzadas, secuestros y asesinatos a manos de grupos criminales. Esta manifestación cultural busca, además de celebrar la festividad, ser un llamado de atención y un pedido de paz en medio de la adversidad.
La expresión cultural y religiosa de la comunidad maya en Chiapas es conmovedora y refleja la búsqueda desesperada de paz en medio de la violencia. La danza y la peregrinación no solo son una celebración de su identidad, sino también un grito colectivo contra la opresión que enfrentan. Es esencial que la sociedad y las autoridades tomen conciencia de estos llamados y trabajen en conjunto para abordar las causas subyacentes de la violencia en la región.
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